Sin querer (Sección "Lluvia de piedras")
“¡Dios
mio!”, exclamó el primo ateo. “Maldita sea”, refunfuñó el
adorado párroco del barrio. “La mato”, dijo la trabajadora
social. “Déjalo, ¡cállate ya…!” insistía su hermana
mientras la agarraba e intentaba separarla. “¿Qué te creías,
golfa?” pensaba el obispo mientras se parapetaba detrás de la
multitud.
Todo
porque el oficiante del bautizo de su hijo le negó la comunión
delante de tanta gente, denigrándola. A ella, una mujer fuerte,
madre soltera de firme ideología feminista y progresista; que no era
creyente, pero hizo el esfuerzo de bautizar a su hijo solo por querer
contentar a los asombrados abuelos de la criatura, allí presentes.
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