La senda de la libertad (Sección "Lluvia de piedras")



Un grupo de cabras, hartas de tanta cabronada, siguieron el rastro de la guanila más nombrada entre las domesticadas. Recorrieron estrechas veredas asomadas a peligrosos riscos y pasaron días y noches caminando hasta el agotamiento. Cuando ya casi no podían más, se dieron cuenta de que se aproximaban de nuevo al establo. Rendidas, resignadas, admitieron su retorno sin necesidad del apaño del cabrero y rogaron ser admitidas en la explotación sin pena de volver a ser exprimidas cruelmente.
Cuando las otras les preguntaban, no dudaban en endiosar a la inalcanzable guanila que sigue viviendo en rebeldía. Creen.


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