LANCE TABÚ. ENCUENTRO INGRÁVIDO.




La posibilidad de vida en otro planeta necesitaba de una infraestructura para poder tener sexo en ingravidez y existía algún ensayo de posibles utensilios para mantener a la pareja unida.

Dentro de la caja había un túnel hinchable y  un cinturón elástico que mantenía a la pareja bien amarrada a nivel del torso y la pelvis. Los astronautas volvieron al centro de concentración donde estaban internados para prepararse, después de los ensayos pertinentes en el centro de investigación de la estación espacial. Ella tentó la suerte y escribió su número de registro en la parte interior de la solapa superior de la caja. SRT3452. Dejó la caja en la mesa central de la sala de reuniones.

En la noche se dejaron los preparativos para las pruebas de centrifuga. Uno de los mecánicos llevó los informes a la sala de reuniones para la formación teórica del día siguiente. La vio allí. Sintió curiosidad. Abrió la caja y vio un dossier con imágenes, una serie de posiciones amorosas, una especie de kamasutra espacial y en la solapa un número de registro. Como un impulso apuntó su número de registro FQS6375 y una hora. La hora exacta del encuentro en la cámara de ingravidez sin saber quien era SRT3452, ni su sexo…

SRT3452  apareció en la cámara de ingravidez con la caja, aunque no sabía de quien era el otro número de registro, ni su sexo …
Al verse, se leyeron las pupilas, se sonrieron y se aproximaron sin mediar palabra. Se fundieron en un abrazo y un largo y fogoso beso. Sus lenguas se buscaron hasta la extenuación. Entraron en la cámara de ingravidez, se desnudaron y el impulso inicial los llevó hasta el orgasmo. En el mismo juego, llenaron el túnel hinchable y se pusieron el cinto que los mantenía unidos por la pelvis y sus sexos rozados. Se deslizaron por dentro del túnel hinchable que evitaba que se separaran durante el acto, debido a la gravedad cero y encendieron la cámara de ingravidez.

Sintieron la ligereza del nuevo estado que los hizo flotar. FQS6375 lamió los senos de SRT3452  y ella soltó un quejido y le respondió con un tirón tenue de pelo. Enredó sus dedos en su cabello y cerró los puños de ambas manos. Se besaron. Se buscaron las lenguas y les pudo aquel extraño estado de extenuación, aquel encuentro ingrávido. Culminaron entre gemidos de placer. Solo fue el primer encuentro. Uno de tantos.

Celia Sánchez

Comentarios

Entradas populares