Nuestra Firma Invitada de hoy Abián de la Cruz.
1989.
Ha estudiado teatro en la Escuela de Música, Danza y Teatro de Telde y en
la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia.
Ha realizado cursos de interpretación ante la cámara e interpretación y
dirección escénica, locución y doblaje, con Profetas de Mueble Bar, Iñaki
Aierra, Quino Falero, Antonio Esquivias, entre
otros.
En cine ha participado en algunas películas de carácter nacional, como La Isla Interior o Que Parezca Un Accidente.
También en algunos cortometrajes como Ansite o SweetGirl.
También formó parte del elenco protagonista de La Tribu de las 7 Islas.
Ha realizado, además, algunos en calidad de director, actor y autor, como
la Trilogía A La De Tres, La Sinrazón del
Yo, Monedas para un Violín, Felipe o ¿A
que jode?
En televisión ha colaborado en programas como Esto Es Muy Serio, La Revoltosa, o En Clave de Ja!
En teatro, ha realizado obras como Dráscula,
El Sarao del Año (con la compañía
ElsComediants), Un Cadáver a los Postres,
Historia de una Escalera, la voz en off de Cuento de Navidad o La Pasión
de Cristo (obra itinerante realizada en Lomo Magullo), Sssh… Grande Espectáculo!, Corredera,
La Tribu de las 7 Islas, Ancestro y Canarias & 100 ¡Zas!
Participó en el montaje realizado en Murcia del musical de La Bella y La Bestia, donde daba vida a
la Bestia.
Fundó la compañía teatral Calle Duende, con la que ha llevado espectáculos
como Hembras con Hambre de Hombre,
Bajarse Al Moro, Divas, o La Extraña
Pareja (obra que dirigió).
Fue miembro de la compañía poético-teatral Poseía Poesía, donde los
integrantes interpretaban sus propios versos en un montaje teatral.
Toca la batería y ha estado en varios grupos musicales.
Ha trabajado realizando cuñas de radio, monólogos…
Ha escrito dos obras de teatro (Crónicas
de un Urinario, Lo Que Cantan Los Grillos) y tres libros: Ni Amor, Ni Odio; Sino Todo Lo Contrario,
.Cicatrices (ilustrado por él mismo)y Todos
los días de la calle limón.
También ha formado parte de algunas Antologías Poéticas y ha ganado Premios
de Microrrelatos de Terror.
Últimamente se ha centrado más en el mundo de la pintura, otra de sus
grandes pasiones. Aunque de forma menos profesional.
Ya ha expuesto algunas obras en Icod de Los Vinos en 2017, bajo la
Exposición:
“Bóreas: El Invierno y su Huella Artística”.
Actualmente es socio del Círculo de Bellas Artes de Madrid.
No
diré que mi cuerpo desprendía arte desde pequeño porque sería mentira. Sí
sentía cierta predilección por encima de otros campos, pero era simplemente
porque me divertía pintando o jugando a que era otro con mis amigos(ahora que
lo pienso, creo que ese detalle infantil no debería perderse nunca).
En
mi juventud era un niño muy enfermizo (de esos que tienen el inhalador y no
pueden correr tanto como los demás porque se asfixia), así que los médicos me
recomendaron que hiciera natación; y tras nadar, llegaron deportes como el
kárate, el atletismo, la esgrima, el tiro de pistola de aire comprimido, y
hasta el balonmano. Mi salud mejoró pero no expiraba el aburrimiento. El
deporte de competición no era lo mío.
Hasta
que, siendo adolescente, una profesora de mi colegio me recomendó que fuera a
clases de teatro… y fue lo mejor que me pudo pasar. Ahí comenzó mi pasión por
las artes a unos niveles mayores, y de donde saqué a los que serían mis
compañeros de armas para siempre.
Lo
de escribir llegó más tarde, ante la insatisfacción de escribir poesía con el
fin de conquistar y ligar y no comerme un rosco (me equivoqué de siglo), decidí
unirlas y nació el que sería mi primer libro. La inquietud llegó más allá, y
pasé a seguir escribiendo otro tipo de poemas, a ilustrarlos yo mismo, después relatos,
obras de teatro, etc. Sin plantearme demasiado a dónde llegaría, pero esperando
que no se quedaran en el sitio.
Era
demasiado vago para aprender a tocar la guitarra, así que (también en mi
adolescencia) aprendí a tocar la batería porque me encantaba “dar golpes”. Un
amigo que sabía me enseñó las cositas básicas. Lo demás fue viniendo solo.
Estuve tocando incluso en varios grupos y algún que otro concierto realicé…
pero la verdad es que mi faceta musical se ha quedado bastante atrás, y no
porque yo haya querido. Las cosas de la vida.
Lo
de pintar… Buf. De pequeño dibujaba mucho, a Mortadelo y Filemón, después llegó
un interés incitado por las novelas gráficas de Sin City, caricaturas… etc. Y
después lo dejé. Y no volví a coger un lápiz para dibujar hasta que ilustré mi
segundo libro.
Y
fue el año pasado 2017, donde alguien me dijo que debía intentar hacer lienzos,
por probar algo más “grande”… y gracias a esa persona no he parado. Es una droga.
No
sabría cuál elegir, cualquier arte en su momento de máxima ebullición me salvó
de mí mismo, aunque suene trágico. Si pudiera vivir con cualquiera de las artes
creo que sería inmensamente feliz, aunque al final seguro que las demás me
susurrarían que por qué no juego con ellas.
Miro
atrás y pienso en toda la gente que he admirado, artísticamente hablando, desde
Robin Williams, Jack Lemmon, Billy Wilder, Freddie Mercury, Ernest Hemingway,
Monet o Picasso.
Todos
guardan algo en común: hicieron lo que les dio la gana. Artísticamente me los
imagino como huracanes, y lo mejor que puedes hacer es dejarte llevar por su
viento.
Algún
día me gustaría llegar a la sombra de ese vendaval.
Pero
creo que preferiría ser feliz, con lo que voy haciendo, y sobretodo, con lo que
no hago. Me angustia sentir que me arrepiento de no haber intentado lo que la
vida me traía.
De
los proyectos que recuerdo con más cariño fue el primero en teatro, donde
interpreté a un loco surfero llamado Johnny DeCoña. Recuerdo que estaba
acojonado, porque salía desde el público con una tabla de surf y hablaba fatal
(queriendo), pero también supe que ese era el principio de algo. Y vaya si lo
fue. Se agarró a mí una necesidad de arte que no me soltó jamás. Y, no sé… Desde
vestirme de mujer con mis amigos (Calle Duende) y hacer una gira por café
teatros, hasta toparme a Miguan, mi personaje en la Tribu, al que le guardaré
siempre un profundo hueco en mi corazón.
Toparme
con el proyecto de Corredera también fue algo muy especial para mí, dar forma a
algo que solo había conocido de oídas entre los recovecos de los barrios
canarios, no sé, es… especial. Importante. Necesario.
Sigo
escribiendo, estoy dando forma a otro librito, y actualmente estoy en el
Círculo de Bellas Artes de Madrid… y aprendo formas nuevas de hacer las cosas.
Y
respecto a lo demás, que venga lo que tenga que venir.
No
conozco otra forma de ver la vida que no sea a través del arte, y eso no dice
mucho a favor de mi inteligencia emocional. Pero me da igual, tengo que
aprender vivir con eso.
Antes
de ayer actuaba, ayer escribía y hoy pinto.
Mañana
vete a saber.
No
sé vivir de otra forma.
Nunca
he creído que lo que yo tuviera que decir fuera importante para una audiencia,
por eso y sinceramente digo: muchas gracias por leerme y por darme la
oportunidad de escribirme.
Abián de la Cruz
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