Mil y una flor




Fue entre el equinoccio y el solsticio, estando aún en la víspera del aniversario de tu llegada al mundo, cuando, otra vez, erraban humanamente quienes tanto hablan de primavera. Todos ellos ignorantes, todos desconocedores de tu bello espíritu… Todos menos yo, Marta Gemma. 


Entonces, estallaron de nuevo mil flores hasta regar los campos de color; y se perdieron en su noche eterna, silenciosas, las golondrinas oscuras. Mientras, las dulces abejas brillaron al Sol, alumbrando de nuevo una y otra flor.



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