Dolores para siempre
De
nuevo se enfrentaba a otro médico.
- .- A ver, Lola… lo que me cuenta es imposible.
Usted tiene que darse cuenta de que no puede adivinar el futuro: su cuerpo no
está diseñado para eso.
-
Es lo que me han dicho siempre, pero la realidad
es otra. Lo crea o no, yo puedo saber cuándo se va a meter frio porque me duele
el tobillo izquierdo; a veces casi no puedo caminar. Si viene calima me duele
la cabeza uno o dos días antes…
- - Hasta ahí puedo creerle, pero el resto son
exageraciones.
- -… Cuando me pongo una prenda de ropa descosida
se me duerme el dedo corazón y me duele el pulgar de la otra mano, que me
pinché con una aguja cuando pequeña… Cuando voy a tener un encuentro sexual me
molesta terriblemente la entrepierna, justo donde se me enquistó un pelito
cuando era adolescente, como me pasa ahora mismo.
- -
¡Imposible! Por muy sensible que usted sea, eso
no puede ser. A ver, cariño, enséñeme donde le molesta. – Dolores, sonriente,
se puso en pie y empezó a desabrocharse los pantalones…
Aquella
pareja supo amarse hasta el final de los días. A Dolores, algunas cosas no se le curaron jamás.
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