Relato nº2 - Una niña preciosa

Se abren las puertas del ascensor, busco entre tantas cabezas iguales y aparece, su puta mirada inconfundible, parece que te desnuda cuando te mira.

Aún recuerdo el día que actuó en mí como medusa en el hombre y me enganchó, haciéndome dueña a ratos de sus labios, esclava de su mirada y obrera en su cuerpo.

No entiendo todavía cómo es posible dejar de mirarla, porque aún no lo he conseguido. Sin descartar su tímida sonrisa, y destacándola en el texto, aparece escondida, se avergüenza cuando sale a pasear sin saber que su paseo es el más precioso y a la vez tímido de la puta multitud que aprovecha para mirarle el culo cuando sigue de largo. Es preciosa y a la vez odiosa. Odiosa por ser ella la dueña en sí misma de sus actos sin darse cuenta de que por ello es preciosa y me esclaviza con su andar.

- Elizabeth Guerra

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