CANTOS DE PRIMAVERA. FUEGO EN LAS VENAS. PEDRO GONZÁLEZ CÁNOVAS





Avanzó arrasando montes y llanos,
entró en la ciudad por parques y jardines.
Dificultades respiratorias, de personas delicadas,
se hicieron notar en cientos, o miles.


Los ojos de los testigos, rayados,
con salir de casa amenazaban;
pero quedaban, esclavos, atrapados
por hinchazón que parecía de lágrimas.


Sin pruebas,
muchos decían tener la sangre alterada.
Las abejas exhibieron arriesgados
vuelos,
entre pájaros que abandonaban nidos
para volar en espacio compartido.


Los otros seres vivos se aparejaban
prestos
pero el pactado tiempo aplaudido
de cada tarde, inocente, terminaba
por conseguir un global terror faunático
que escondía el sonido de tanto miedo
que las ciegas iniciativas humanas
despiertan en el resto,
con el mudo gesto
de un desesperado aleteo.


Las flores, avanzando continuaban
para anunciar a todos que se instalaba
la imparable y grandiosa primavera;
que si la intención absurda supiera
de, como si nada, 
«volver a lo de antes»,
nos castigaba 
más temprano que tarde,
con otra huelga de vida en todo el planeta.


¡Me incendio dentro! ¡Tengo fuego en las venas!
Me quema toda el alma la indignación
por quienes pretenden la continuación
de aquel sistema
antinaturaleza.
¡Me asqueo y ardo!, y no es la primavera.




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