La aplastante realidad del ser (Sección "Lluvia de piedras")
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Imagen tomada de Pxhere.com |
Era un ente encorvado bajo el peso del planeta
que cargaba en sus espaldas. No podía mover los pies, dolían terriblemente su
torso y caderas, sus brazos estaban a punto de reventar del esfuerzo. La mente
no podía huir ni un instante porque la terrible situación lo acaparaba todo.
Era un equilibrista con todos sus sentidos dedicados a mantenerse en pie al
borde del último abismo.
La soledad, cruel, lo aplastaba y vivía en el
extremo donde estaba el absurdo masoquista que animaba a disfrutar de aquel
aislamiento suicida. Como era la única persona no había otra verdad: no en su
mundo, tan lejos del de enfrente que estaba atestado y cargaba dolorosamente
sobre su cuerpo.
Sus pensamientos no progresaban. Con lo
sencillo que era ver que solo tenía que disminuir lo justo como para que el
planeta cediera y, antes de aplastarlo de verdad, él pasaría a ser un habitante
más de aquel otro mundo. Era tan simple como chillar; pero no lo hacía por un
miedo oculto a ser oído, romper el hechizo y reconocerse vencido, como otro
personaje más de cualquier sociedad.
Había escogido su soledad, pero el orgullo le
impedía reconocer que su decisión le hacía daño. Todo fue agobio, dolor,
soledad, miedo…, e ignorancia premeditada de que solo a un paso se libraba la
auténtica batalla para mejorar la sociedad de la que huía y culpaba de todo mal.
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