El ladrón y el trabajador (sección "Lluvia de piedras")





Entrase el ladrón por la puerta grande, con andares seguros y elegantes, mientras que a un trabajador lo frenó el que trabajaba en la puerta. Fue una auténtica coerción.
El ladrón, que manejó dinero fácil, llenó de forma grácil sus bolsillos y dejó propina en la puerta. Mientras que el trabajador laboró sin parar ni ver el descanso merecido, el vago que fue ladrón enriqueció y dejó sin sueldo ni ambición al portero del recinto.
Al portero lo paró el antiguo rico. Para entonces quiso ser honrado trabajador y confundió a rico y ladrón, ladrón y rico, admitiendo que la explotación de cualquier trabajador no tiene motivo ni razón y solo es abuso desmedido.
Decía: «Compañero trabajador, no empatices con el patrón si eso te hace cómplice de un ladrón y látigo castigador de seres como tú y yo».
Entre un rico y un ladrón cabe un medio rico, medio ladrón, pero nunca un trabajador.


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