Gladiadores. Relatos crudos 1.

Imágen extraída de https://soyunperro.com/




Ando en una jaula donde no puedo moverme, fui robado a mis padres desde muy corta edad, me meten en la cruel mazmorra y me alimentan con despojos, después me sueltan como carne fresca a un ring, y combato con “otros”, la suerte de mi vida es esta, yo no decidí convertirme en “luchador”, pero mi suerte como todos los de mi raza es esta.

De pequeño tuve la ternura de mis padres, no sé nada de ellos, ahora mismo escucho los alaridos lastimeros en las celdas cercanas, yo hace tiempo que no me quejo, estoy resignado, muerto en vida, mi libertad es un ring, y mi ego se alimenta con los vítores que reclaman más sangre, pero deduzco que este será mi último combate, ya me siento muy viejo, y las heridas van haciendo mella, no sé si mi entrenador lo sabe o simplemente quiere sacar la última tajada de esta última pelea, vi cosas tremendamente grotescas, gladiadores musculados matando peleles esmirriados, me inyectan jeringuillas que dicen me harán más fuerte, me hacen más poderoso durante la pelea, pero los dolores del cuerpo y del alma me están matando.

Falta poco para saltar al ring, escucho los gritos del público, el corazón se me va a salir desbocado, respiro ya con dificultad, los años pesan, están preparando mi muerte.
Escucho ruidos, todo es muy confuso, gente que corre de un lado para otro y señores con uniforme, me cogen del trasportín, creo que me han liberado, ojala este viejo Pit Bull, pase los últimos años con aquellos amos, que me trataron con “ternura”, no soy una bestia, me seguirá doliendo el alma, pero yo no elegí esa suerte.


Adolfo Ibáñez-Batista.

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