Yo voté a Trump (Por Esther M.A. Sección: La Revolución de las Palabras)

-Pues sí, amiga, yo voté a Trump, y lo volvería a hacer aunque me estés mirando así -Expresó Laura rotunda como siempre, a su amiga Sophie. Estaban en la cocina de un pequeño apartamento de Miami, que compensaba lo humilde que era con una pulcritud intachable y una decoración coqueta, elegida con mucho mimo y acierto. 

-Pero es que no logro entenderlo, ¿no has visto que es negacionista del cambio climático, no has visto que es un machista y que también es racista? ¡Vamos, Laura, no hay por dónde cogerlo! ¿Qué has podido ver en él?

Laura inspiró profundamente mientras servía el café, la hartaba que todas sus amistades le preguntaran lo mismo. 

-¿Te crees que los demás no hacen lo mismo, o qué? ¡Anda ya, no seas inocente, Sophie! Todos los presidentes de Estados Unidos han tomado malas decisiones para el medio ambiente, este no es el primero. Al menos este va con la verdad por delante, tiene poder y quiere usarlo para hacer América grande de nuevo. 

Sophie, al oír a su amiga decir esto, se quedó paralizada, con su taza de café a medio camino hacia su boca y los ojos como platos. Lentamente, volvió a poner la taza sobre el platito y respondió a Laura con incredulidad. 

-Supongo que sabes que con eso de "hacer América grande de nuevo" se refiere a complicarle la vida a personas procedentes de otros países que hoy en día ya son americanos. -Sophie hizo una pausa y miró a su amiga directamente a lo ojos, como si pretendiera introducirle un pensamiento más lógico de esta manera-. Él es un racista, Laura, para él tú eres menos americana que yo, solo porque procedes del Salvador, por más que tu trabajo aquí contribuya a la riqueza del país ¿Es que no te puedes dar cuenta?

Laura. al escuchar el alegato de su amiga cambió el gesto. Se acababa de cabrear, y mucho. Odiaba el tono condescendiente que Sophie había usado para decirle que ella era una inmigrante... Y también odiaba, a un nivel más soterrado e inconsciente, que ella no lo fuera, que  fuera una rubia perfecta con unos papis que le habían pagado una carrera universitaria. Odiaba haber pasado por tantas miserias para llegar a Miami, odiaba haber trabajado limpiando oficinas para tener algo con lo que alimentar a sus hijos, haber llegado a casa cada noche con los pies doloridos y las manos llenas de callos de pasar la maldita fregona. Mientras tanto, ¿qué había hecho Sophie? Estudiar en el porche de su bonita casa familiar, leer libros tumbada en el cesped, viajar con su novio Michael... Sus padres se lo dieron todo, ella  no tuvo que  ensuciarse las manos. Estudió nada más y nada menos que en Yale, y todos esos años que dedicó a estudiar, sus padres la mantuvieron, y por eso Sophie era ahora era la jefa de Recursos Humanos y ella era solo una supervisora de limpiadoras. Sophie cobraba un estupendo salario, tenía su propia oficina y decidía sobre la vida de muchas personas que sí que trabajaban, que sí se dejaban la piel y que sí que necesitaban el dinero. Muchas personas como ella misma.

-Oh, vaya, explícame más cosas, Sophie, por favor, que yo no pude ir a Yale y no se lo que hago, ni lo que pienso, ni lo que digo -Replicó Laura desprendiendo una ácida ira por cada poro de su piel-. ¡Explícame tú la vida entera! ¡Y ya si te parece, me explicas cómo hago para cambiar mi vida y tener unos papis que me paguen una puta carrera universitaria, viajes, libros y fiestas con su trabajo! Al menos Trump promete enriquecer el país, tal vez con las medidas que tomará yo pueda tener la mitad al menos de lo que tú tienes, Sophie. ¡Qué fácil es hablar para ti desde tu burbuja dorada!

Sophie estaba petrificada, no se esperaba aquélla respuesta de Laura, ella sólo quería hacerle ver que su decisión la iba a perjudicar, como mujer y como salvadoreña. No entendía aquél arrebato de ira, ni las recriminaciones que le hacía Laura. ¡Ni que sus padres no hubieran luchado para tener la casa que tenían, ni que ella misma no hubiera puesto un gran empeño e estudiar para ser becada! Su amiga la había ofendido gravemente al acusarla de esa manera, con lo que dejó el café intacto encima de la barra, cogió su bolso y salió del apartamento sin despedirse ni mirar atrás. 

Esa misma mañana, ajeno a la discusión de Laura y Sophie, Trump eliminó el español de la Web de la Casa Blanca, porque aquél era un país de habla inglesa. Tic tac, tic tac... empezaba la cuenta atrás, quedaban cuatro años de gobierno. 


Fuente: http://www.debate.com.mx/mundo/Donald-Trump-Sere-presidente-para-todos-20161109-0011.html

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