Public enemy (Sección "Lluvia de piedras")
Tomás
–o Thomas− acababa de ser esposado con las manos en la nuca. Su barbilla se
pegaba al pecho y su mirada caía al suelo, casi vertical, como si así no lo
vieran más allá de los policías que lo arrestaron, a pesar de haberse reunido una
muchedumbre curiosa.
“Por
fin, el famoso ladrón de palos de selfis” comentó el comisario encargado de la
operación policial. La misma persona que se sorprendería durante los
interrogatorios, al saber que la única intención del conocido delincuente era “que
los turistas tuvieran que pedirle que les sacara una foto, para iniciar
conversación”. “Para así, él, poder mejorar sus idiomas” afirmaba, atrapado por
la vergüenza de su enfermiza timidez.
Pedro M. González Cánovas
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