En el Imperio se puede soñar. Por Esther M.A. (Sección: La Revolución de las Palabras)

Melania nota como el aire cálido de la estancia a la que acaba de entrar le calienta súbitamente la congelada punta de la nariz y de las orejas con un estremecimiento de placer. Hoy ha conseguido reunir diez zens, la moneda del Imperio, y va a poder cenar comida caliente, por lo que esta noche va a poder dormir con la barriga llena y el corazón contento. 

Se dirige al fondo del local, donde parpadean las lucecitas verdes y rojas de las máquinas expendedoras, y se coloca al final de la larga fila de personas que esperan para recoger su cena. De pronto, el holograma del hombre de las noticias pide silencio para comunicar un importantísimo acontecimiento de última hora: "Acaba de fallecer Le-Fid, el dictador que se oponía al reinado de las máquinas y al poder de la prestigiosa casta de los programadores. El tirano, que ha mantenido durante años la isla de Kereth al margen del avance del resto del mundo, ya no se encuentra entre nosotros y los kerethinos podrán, por fin, comenzar procesos que democraticen la Isla y le permitan incorporarse a los grandes y loables avances del resto del mundo tecnologizado, seguiremos informando desde que tengamos más noticias". Un silencio tenso dura algunos segundos antes de que la agitación y las candorosas conversaciones sobre el tema llenen el local. La parejita de jóvenes que se encuentran justo delante de Melania se muestran indignados, lo que ella no entiende en absoluto, ya que sin duda se acaba de dar una buena noticia. Decide escuchar lo que están hablando.

-¿Has visto qué ejemplo de manipulación mediática más recalcitrante, Zira? -pregunta él joven a su novia, visiblemente molesto. 

-Ni que lo digas, él era un "tirano", pero la casta dominante es "la oh prestigiosa casta de programadores", ridículo. 

-Sí, ¿y qué me dices de la manera de plantear lo que pretendía lograr? Claro, claro, el demonio Le-Fid quería mantener Kereth al margen de todo esto por un loco capricho suyo, que para eso es un demonio cruel y sanguinario -Responde el chico con la voz cargada de sorna. Melania no entiende nada y la actitud de aquellos dos sabihondos la indigna, ¿por qué la gente no puede ser normal y alegrarse por la muerte de un dictador terrible? Decide intervenir en la conversación de esos dos listillos.

-A ver, ¿se puede saber de qué están hablando? Acaba de morir el peor tirano que quedaba sobre la faz de la tierra ¿Y eso no les da alegría? -les increpa en voz alta, para hacerse oír.

Ella se da la vuelta y mira desafiante a Melania, y luego le responde molesta.

-Menuda forma de entrar a opinar donde no le llaman, señora. Pero mire, le voy a decir de todas formas de qué hablamos, que no es ninguna locura. Quien acaba de morir ni era un tirano ni nada, era una persona que desafió a la casta de los programadores, y como los programadores son los que programan, que ya lo dice la palabra, pues no van a contar bondades de él. Eso comentamos. 


Melania no entiende mucho de lo que aquella presumida de acaba de decir, pero tiene una cosa clara: acaba de dar con una pareja de antisistemas, y no hay nada que Melania odie más.

-Oh, qué lista eres con todo ese discurso tuyo, pero ¿sabes qué? -Melania prepara su argumento estrella- Que tengo conocidos kerethinos, y allí las condiciones de vida son realmente duras, querida, algo que tú y tu novio, con esa pinta de niños bien que tienen, no podrían sobrevivir ni dos días.

La chica se detiene un momento para mirarla de arriba a abajo, evaluándola. Luego da un chasquido molesto con la lengua y vuelve a hablar con su novio, como dando el caso por perdido. Esto no hace más que irritar a Melania, que no acepta que nadie la ignore, incluso si es ella la que invade una conversación privada. 

-Eh, eh, eh ¿qué pasa, que los que son como ustedes ignoran los argumentos de peso de las personas que saben lo que hay de verdad en Kereth porque lo han experimentado en carne propia? Supongo que solamente tiene valor lo que aparece en los libros que estudian en La Academia -les increpa de nuevo, implacable como suele ser ella.

En esta ocasión es el chico el que se gira y la mira exasperado, y casi le ladra cuando le responde.

-No, no, la realidad es la que dicen tus amiguitos, según tú, eso sí que es de fiar -su novia le apoya dándole la mano y fulminando a Melania con la mirada mientras él la increpa- Mira, no te conozco de nada, pero estoy seguro de que tú, al igual que nosotros, que vivimos en plena urbe de Imperio y que somos gobernados por la casta de los programadores, no vives precisamente el sueño que vemos en el cine, ni en los anuncios, seguro que no nadas en la abundancia, puede que hasta te saltes alguna comida si no consigues suficientes zens. Al menos, en Kereth, la gente come todos los días. Es verdad que no tienen todos los avances tecnológicos que existen aquí, en el Imperio, pero no es por falta de voluntad... -En este punto, Melania estalla en irónicas carcajadas, interrumpiendo el discurso de aquél chiflado.

-JAJAJAJA ¿Pero tú te oyes, pijo? Allí la gente no puede prosperar, cacho de ignorante, todos tienen que tener lo mismo y no pueden llegar a la cima. ¡¡LES CORTAN LAS ALAS Y LOS SUEÑOS!! ¡¡IMBÉCILES!! -Melania ya grita, está arrebatada de ira, no aguanta a la gente que piensa cosas raras, como aquellos dos listillos, y que encima la miran por encima del hombro.

- Esta conversación termina aquí, señora, usted con su falta de argumento y de respeto, se ha retratado sola -le contesta airadamente el chico, con una mirada de desprecio y de ira que la taladran, y Melania sabe que hasta ahí puede llegar, que mejor dejar a aquellos dos imbéciles con sus delirantes ideas y no amargarse la hora de la cena demasiado. Al fin y al cabo, vivo o muerto Le-Fid, ella esta noche va a cenar comida caliente.

El resto de la espera en la cola lo pasa en silencio, escuchando cuchichear a aquélla pareja de listillos, seguramente sobre ella. Cuando le llega su turno, ordena a la máquina un caldo de verduras con algo de carne sintética, que esta noche se lo puede permitir, y además se lo merece por poner en su lugar a aquellos idiotas redomados pro Le-Fid.

Cuando sale del recinto, el aire frío de la noche la golpea con la dureza de un gran puño de hielo. Se nota que es pleno enero, y que las calles están más frías que nunca. Melania agarra entre sus manos el caldo mientras camina hacia el portal del antiguo edificio del siglo XXI en el que lleva durmiendo todo este mes, ya que, por reveses de la vida, ha perdido su departamento.

"Bueno, -piensa mientras se sienta en el frío suelo del portal abandonado-, es algo provisional, al menos yo vivo en plena capital del Imperio, no como esos pobres kerethinos. Yo tengo un millón de posibilidades para prosperar, nadie me impide luchar para llegar a ser tan rica como los de la casta de programadores. Se trata de no desfallecer nunca, aunque la vida traiga reveses como este, ese es el secreto.Yo puedo soñar, y perseguir mis sueños sin que nadie me lo impida.

Y ciertamente, Melania soñó aquella noche con grandes lujos y avances tecnológicos, pero lo hizo en la calle, muerta de frío e incómoda.

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