Chupa tu limón. Por Esther M.A. (Sección: La Revolución de las Palabras)

Algún día, la vieja reseca fue una niña risueña
Algún día, a la que ahora es anciana agria le entregó su madre un limón,
-Chúpalo con fruición,  -le encargó- y cuando no notes su acidez, habrás llegado a la madurez.
La niña era obediente, y al limón le hincó el diente, y a su mamá obedeció, chupando día a día el limón.

Ahora era vieja sin dientes, pero todavía chupaba el limón,
La sangre se le había acidificado, y hacía años que había madurado,
A su lado no habían durado ni sus propios retoños, porque ella era fría como el otoño,
Apegada a su limón, miraba con odio a todo el que ¡infame!, comía manjares y sonreía,
Ella, mientras tanto, su cabeza de lado a lado movía, con clara desaprobación,
Gustaba de agarrar su limón, y exprimirlo sobre ellos, y reía con aquella mueca vacía, al ver que se arrugaban.

¡Qué poco valían ellos! ¡Qué compensada veía su mediocridad, cuando un poco de la acidez que había arrugado por años su corazón, les hacía arrugar las caras!

La anciana murió sola en una camilla, exceso de pH ácido, dirían los médicos luego. Ella lo interpretó como el culmen de la madurez de la que su madre le había hablado. En su cara gris, muerta y arrugada, destacaba una mueca de asco, y en su mano, atenazado, un pedazo podrido de limón.


Imágen extraída de: esencias-alqvimia.blogspot.com

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