Lance Tabú. ¡Feliz año nuevo!





La noche estaba fría. El vestido corto no había sido buena elección según Daida. El elenco de amigas que iban a congregarse en la plaza para disfrutar de la entrada del año nuevo, se redujo drásticamente. Muchas partieron el año con familiares y amigos en casa y decidieron ponerse el pijama y ver la tele. Menudo chasco. No había llevado el coche por si se tomaba algo y se vio obligada a coger la guagua que la llevaba cerca de casa. Caminó de manera autómata con aquellos tacones que eran un castigo. Se sitió acompañada, ya que muchos que habían partido el año en la plaza volvían a casa. Un reguero de gente iba en su misma dirección. Se paró un momento por el dolor de pies y se agarró a la puerta de un comercio. En el quicial de la puerta, él. Sentado, cabizbajo, con los pies alongados y los brazos en cruz.  Ella quiso caminar agarrada a la pared, pero al llegar a su altura tenía que pasar por encima de sus piernas o esperar que las recogiera. El vestido rojo pasión de venta on line no ayudaba a la maniobra.
-Perdona…- dijo ella con voz resignada. Él levantó la cabeza y desde que la vio se puso de pié para darle paso.
-Disculpa, no te había visto- dijo con una media sonrisa de compromiso.
-Gracias.- contestó Daida.
-¿Vas bien?- preguntó preocupado al verla cojear y dar pasos cortos.
-La verdad es que no. Mejor me hubiese quedado en casa-  Soltó un resoplido.
-Ya somos dos… Te acompaño si quieres. Me llamo Alberto.- Dijo mientras le ofreció el brazo.
 Ella se agarró  y le dio las gracias. Se contaron sus penas. Daida le contó su drama con el vestido y con sus amigas. Alberto le contó se acababan de llevar a un amigo de su amigo,  con un coma etílico y su amigo se fue a acompañarlo en la ambulancia. Se quedó solo por salir con gente que no conocía. Menuda entrada de año. Subieron a la guagua y llegaron cerca de donde vivía ella.
Daida se quitó los zapatos al bajarse y siguió descalza. Alberto hizo lo mismo. Esto la hizo reír muchísimo. Subieron al piso y se besaron en la puerta. Entraron y se dieron otra ronda de besos. Se ducharon. Daida preparó los profilácticos y el lubricante. Se entregaron entre caricias. Tras varios intentos decidieron llamar a aquello gatillazo versión 2.0. Rieron de los desastres acaecidos en la misma noche. Hablaron largo rato. Siguieron jugando. Al cabo de largo rato él acariciaba el sexo de Daida con su mano. Introdujo los dedos índice y corazón y masajeó el clítoris con el dedo pulgar. Daida se pellizcaba los pezones. Llegó al clímax como no recordaba. Luego de manera pausada Alberto comió lo senos de Daida mientras se masturbaba. En poco también llegó al orgasmo. Ambos exclamaron riendo: ¡Feliz año nuevo!

Celia Sánchez

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