Veo veo (Sección: "Lluvia de piedras)"
̶ ¡Mira!
¡Mira el gato! ̶ Parecía un demonio. Aquel felino era la
encarnación del diablo.
̶ ¡Sí!
¡Esto está lleno de gatos! Da miedo.
̶ Les rodeaban, poco a poco,
cercándolos. Los dos terminaron por salir corriendo del lugar.
Esa misma noche, acordaron dormir en la playa
sin más que las chaquetillas veraniegas que llevaban. El lugar era de arena
negra, gruesa, y había unos notables montículos de piedra lisa dispersos.
Decidieron acomodarse en la arena. Cuando lo hicieron, volvió a surgir otra
controversia.
̶ ¿Esto qué es? ¡Está lleno de bichos! ̶
Dijo, al tiempo que saltaba sobre un grupo de piedras.
̶ Sí,
¡qué asco!, tengo uno encima… ̶ Solo vio
que le recorría por el pantalón algún animalito indefinido: su compañero, según
le contó después, había visto que la arena eran montañas de insectos.
Las alucinaciones inducidas de aquel sábado
solo produjeron estrepitosas risas. Nadie se paró a pensar que eran señales de
cómo es la vida misma en cada apreciación, por lo que no cosecharon lección alguna
de aquella experiencia.
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