Sesión única (Sección "Lluvia de piedras")


Imagen tomada de Taringa


Llevaba seis meses en casa y seguía llorando toda la noche. No se podía dormir así, por lo que tomaron toda clase de medidas. Pero cada noche aquel llanto desgarrado los desvelaba y sumía en una profunda depresión, fruto de la impotencia que producía la escasa comunicación entre la criatura y ellos. Solo les quedaba una opción por probar. Así que decidieron llevar el cachorro al mejor psicólogo de perros de la zona.
Después de veinte minutos de sesión la enfermera sacó al cachorro y les pidió que entrasen para entrevistarse con el especialista. Su sorpresa fue mayúscula al verse encerrados en aquel despacho con muebles clásicos donde descansaba un cocker spaniel inglés, algo mayor, sobre un mullido cojín que se encontraba al pie del lujoso escritorio. Se sentaron, se miraron en silencio y volvieron a observar al atento perro que no les quitaba ojo con la cabeza en alto. El animal emitió un largo quejido que acabó con un seco ladrido. Muy impresionados, ambos se levantaron y salieron del despacho lo más rápido que pudieron. Ante la desconcertada ayudante del psicólogo que encontraron en la sala de espera con el cachorro, le dejaron claro: «no estamos preparados para tener perros, ¡no queremos saber nada!», señalando al perrito y abandonando la consulta para siempre.
Al momento salió un señor con una bata blanca desabrochada que preguntó a la auxiliar: «¿dónde están los dueños?».
-  Se han ido corriendo, doctor. – contestó ella al tiempo que elevaba los hombros.
-  Esto no puede ser. La situación se repite. Ya le he dicho que se cerciore de no pasar a nadie cuando esté en el servicio.
Hablando para sí mismo, dijo el especialista en voz alta: «Voy a tener que dejar de traer a Freud a la consulta, creo que me espanta clientes».


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